CENTENARIO DE MIGUEL HERNÁNDEZ


Miguel Hernández Bilabert nació en Orihuela el 12 de Dicienbre de 1910, Alicante, España y murió el 28 de Mayo de 1945 . Fue un gran poeta y dramaturgo español del siglo XX, pero tradicionalmente se le ha encuadrado a la generación del 36.
Participó en la Guerra Civil, en el bando republicano. Al terminar ésta fue encarcelado y murió en prisión.
Actualmente sus restos se encuentran en una sepultura en el mismo cementerio que su mujer Josefina Manresa y su hijo, cuya sepultura es fácilmente identificada y muy visitada.
También podemos visitar la casa donde vivió en Orihuela, Alicante, conservada como museo.




Han sido muchos los cantautores que han elegido sus poemas para crear bonitas canciones, entre ellos Joan Manuel Serrat, que ha puesto música a sus poemas en dos ocasiones.
Pinchando aquí podéis leer los poemas que formaban parte del primer disco que grabó en 1972.
Recientemente ha publicado otro disco con poemas de Miguel Hernández titulado "Hijo de la luz y de la sombra". Aquí podéis leer los poemas de este segundo disco.

NANAS DE LA CEBOLLA



Uno de los poemas más bonitos es "Las abarcas desiertas ". En él cuenta como cuando era niño, cada 5 de enero, ponía su calzado (las abarcas) para que los Reyes las llenasen de regalos y como cada 6, al levantarse por la mañana las encontraba vacías, desiertas.

LAS ABARCAS DESIERTAS

Por el cinco de Enero,
cada Enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre peñas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza,
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.


Escrito por Ainhoa y Yeray.